El sentido del tacto.
El sentido del tacto y su relación con la conducta.
En este artículo explico como muchos problemas de comportamiento son a causa de una errónea percepción táctil, y de cómo, ayudando a madurar este sentido, mejoran las habilidades sociales. Incluso aunque las causas del ” pegar” sean emocionales y no sensoriales, les serán de gran utilidad las herramientas que aporta este artículo.
La naturaleza en principio tiene todo bien previsto y provisto, para que los niños se nutran de las experiencias necesarias para madurar correctamente, sin embargo nuestro modo de vida actual ha llevado a que existan cada vez más niños inquietos, dispersos, como perdidos, que pegan… Sobre todo en el jardín de infancia es donde nos encontramos con niños que parece que se desparraman, que les falta centro, eje. Vemos niños que parece que no saben hasta donde van sus piernas, o que esas piernas les pertenecen y van dando patadas a objetos y niños. O pareciera que necesitan tocarlo y chuparlo todo, tocar a los demás, “colgarse” de la maestra.
Por otro lado tenemos niños hipersensibles al tacto. Pareciera que su piel es una gran herida y sobre reaccionan a cualquier estímulo. Y como los censores del tacto a nivel del sistema defensivo-protector se encuentran en la punta del vello de la piel, son no solo sensibles al tacto si no también a cualquier onda vibratoria. Viven todo acercamiento, sea táctil o no, como una amenaza y como esto ocurre a nivel reflejo, reaccionan de manera automática huyendo o atacando. Pueden pegar a un niño que se encuentra a un metro porque sienten que le está atando. Por otro lado evitan el contacto, que otros les toquen. A todos estos niños queremos intentar acercarnos hoy, sobre todo para poder comprenderlos y desde allí poder ayudarlos a través de herramientas muy prácticas.
Hoy día cada vez más niños nacen por cesárea, privándose de una experiencia táctil fundamental. Porque a través del canal de parto, los niños son “apretujados” desde la cabeza hasta los pies, teniendo la primer información completa sobre su esquema corporal. A través de ese potente tacto, tienen la primera autopercepción sobre donde están los límites de su cuerpo.
A través del contacto seguro y amoroso de la madre, seguirán recibiendo información sobre estos límites corporales. La madre les toca los pies y sienten los pies, vaya, “tengo pies y están por ahí abajo”. Un contacto seguro le dará tranquilidad, confianza en la existencia, seguridad, confort, bienestar…
Sin embargo, también cada vez son más los niños que con pocos meses van a la guardería donde padecen de ausencia de contacto tanto físico como anímico.
A través del tacto el niño recibe info sobre su esquema y mapa corporal, lo que le dará un eje, un centro, el primer canal de autopercepción. Por R. Steiner sabemos, que esta autopercepción es a su vez la base de la capacidad de percepción del otro, es decir, es la base de facultades sociales tan importantes como percepción del límite/ libertad del otro, del respeto. Es la base de la confianza y seguridad que dará pie a confiar en los demás. Tener buen sentido del tacto a nivel corporal es la base de “tener tacto” en las relaciones humanas. Sin embargo a veces no se sabe que fue primero si el huevo o la gallina, y también aspectos actitudinales del entorno pueden provocar un desequilibrio en el tacto.
Así es que muchas veces la razón de este estar “descentrado y disperso” está relacionado, no con falta de experiencias táctiles en el parto o primeros meses de vido, si no con el ambiente anímico y conductual del entorno. La falta de contención a través de límites amorosos, padres ausentes o excesivamente “blandos”, también provoca sensación de abandono y estar perdido. Cuando los padres son excesivamente dominantes, sobreportectores o autoritarios y duros, vemos que el tema del “contacto” y los “límites” también está desequilibrado.
Vemos que las causas pueden ser físicas (cesárea, falta de oxígeno en el parto), emocionales (falta de contacto con la madre) y también del entorno (exceso o falta de límites), los efectos pueden llevar a una hipersensibilidad al tacto y de ahí que peguen por ejemplo como respuesta por sentirse atacados, o hiposensibilidad al tacto y por tanto peguen y toquen en busca de estímulos. ¡Sin embargo la “cura” es la misma para todos! A todos podemos ayudarlos “de abajo a arriba”, es decir a través de estímulos táctiles corporales y también de “arriba a abajo” a través de un ambiente amoroso, de contención, con buen contacto/ relación adulto-niño.
También hay que tener en cuenta, que en el proceso normal, el contacto es primero muy físico (mamá-bebé) y luego se va transformando en un contacto más anímico emocional. Sin embargo muchas veces pareciera que debemos “recuperar” ese estadio de contacto más físico. Antes de ver los “remedios” clarificaremos algunos conceptos. Hablaremos de niños con “hiposensibilidad” táctil, es decir, niños que compulsivamente buscan contacto, porque o no lo tienen o al cerebro le cuesta más registrar este estímulo. Y hablamos de niños con hipersensibilidad táctil, que sobre reaccionan a los estímulos. En el primer caso el sistema está inmaduro y necesita ser estimulado para que reciba la info necesaria. En el segundo caso también muestra un sistema táctil inmaduro, ya que vemos que predominan las respuestas automáticas de ataque o huída y en cambio hay una falta de percepción táctil discriminativa, que es la que percibe un estímulo táctil y es capaz de analizarla y reaccionar razonablemente”. Los sistemas protector y discriminativo son excluyentes, en cuanto toco algo y me pongo a analizarlo, percibiendo su textura y temperatura, me mantengo en estado concentrado y calmado y se desactiva completamente el sistema táctil defensivo-protector. En un niño sano el sistema defensivo-protector debe ponerse en marcha solo en situación real de peligro, como cuando tocamos una estufa caliente. El niño hipotáctil puede ser un peligro para sí mismo, porque tiene subdesarrollado el sistema protector y es capaz de poner la mano en la estufa y tardar en reaccionar y quitarla. Este es el niño que está lleno de moretones y no sabe como se los hizo.
Terapias/ ayudas para madurar el sentido táctil.
Jean Ayres explica en su libro “El niño y la integración sensorial”, como el masaje de presión profunda inhibe este sistema el sistema táctil defensivoprotector, equilibrando el exceso de este sistema (niño hipersensible) Sin embargo estos niños necesitan confiar mucho en la persona que le va a hacer el masaje de presión, porque aunque necesiten ser tocados, para “sanarse”, suelen evitar el contacto, es como si su piel estuviera llena de heridas.
El masaje de presión es igual de útil para un niño disperso, fuera de sí, que no sabe hasta donde llegan sus pies o que esas son sus manos. Es decir, para un niño que puede ser hipo táctil o al menos tener déficit de información de su esquema corporal. Otra opción es el cepillado de todo el cuerpo después del baño, masaje con aceites.
Otras opciones buenas para todos son:
Envolverlos en mantas bien apretujados, como “un gusanito”
Pasar por un túnel estrecho de tema elástica
Ofrecerles lugares donde meterse y esconderse como cajas de cartón, sacos de dormir, cajones de madera, casitas de tela…
Ayres explica como el cerebro usa sensaciones vestibulares y propioperceptivas para equilibrar estos dos sistemas táctiles. Por tanto la estimulación vestibular (balanceo, girar, rodar..) es una buena ayuda complementaria.
Ofrecerles riqueza de percepciones táctiles delicadas a través de diferentes texturas en sus elementos de juego (lana, tela, metal, piedra, cartón, blando, duro, diferentes formas etc..), enriquece el sistema discriminativo, y recordemos que a más discriminación (trabajo cortical) inhibe la actividad defensiva.
Juegos táctiles donde haya que tocarse partes del cuerpo y refuercen el esquema corporal.
Modelado en cera de abeja, barro u otros, amasar pan.
Ofrecerles momentos de contacto de calidad, centrado, directo, amoroso, aunque sea corto ¡es mejor que tocarles la cabeza todo el rato mientras hablamos por teléfono!
Alternar momentos de presencia verdadera y atención conciente con momentos donde el niño juega solo mientras nosotros, por ejemplo, cocinamos.
Tener buen “sentido del límite”, ni sobreprotectores, ni excesivamente blandos, ni duros, ni autoritarios ni permisivos. Sentido común. Tener en cuanta que es tan importante el acoger como el soltar, el apachucharlos en brazos, como el dejarlos correr en libertad.
Escrito en: Crianza y Educación, Desarrollo Sensomotor
Escrito por: Tamara Chubarovsky
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